La Familia Álmica

El alma elige la familia en la que nace antes de encarnarse además de las conexiones predestinadas que albergan los rincones del camino por el que pisamos en la expedición que pretende acercarnos a quienes realmente somos. Ese mismo camino que requiere alejarnos de lo conocido y adentrarnos en la oscuridad más absoluta antes de exponernos al sol abrasador de nuestra autenticidad.
En la soledad que encontré al distanciarme de mi familia, de mis amigos, del amor y de lo conocido, descubrí la realidad de quien soy y empecé a desprenderme de la felicidad artificial que era el cáncer que me consumía y me había convertido en un muerto viviente. Sólo así pude aceptarme por lo que amo de mí, lo que no entendía de mí y la motivación detrás de las emociones que me llevaban a la crítica interna. La aceptación ha sido la liberación de aquella luz brillante que siempre brillaba dentro de mí.
Ahora elijo acercarme de nuevo al amor de la familia que siempre estuvo allí pero ahora veo con otra mirada más honesta, capaz de reconocer el amor que nos une y poder compartirlo incondicionalmente y carente de juicio o exigencias. La familia que es el grupo de almas con las que comparto la vibración, una comunidad más allá que la unión sanguínea ahora que estás tú: Una energía simbiótica con la que compartimos la sabiduría de nuestro andares particulares para embarcar en la misma misión, pero con mayor intensidad al andar todos juntos.
Al acercarnos a un estado elevado del amor, es natural dejar caer las limitaciones de las creencias y de las exigencias que condicionan la vida para dedicarnos a sentir plenamente las emociones que nos permiten trascender la frustración de no ser o no tener. Así me entrego al amor que somos y que tenemos. Hoy y siempre vuelvo a amar a mi familia, amarte a ti que eres familia y amarme a mí que soy parte de vosotros y somos parte del Amor Universal.