Odio el Odio
- Mathew Lees
- 10 dic 2024
- 2 Min. de lectura

No es fácil amar cuando vives rodeado de odio y desprecio. Los medios te intentan convencer de que alguien tenga razón mientras que el otro te engaña. Luego, la gente te explica que la culpa de que te vaya mal es de un grupo de personas u otro según las fuentes de desinformación del interlocutor que tengas delante. Es endémico de una sociedad desconectada de la realidad y del presente, en la que nadie quiere asumir la responsabilidad de mejorar su coyuntura.
Es más fácil echar la culpa fuera que atreverte a reconocer tus deficiencias. Cuando señalas los fallos ajenos callas la crítica mordaz dentro de ti. La retórica del desdén es la expresión de la ira que recorre tus venas por tu reticencia a ser auténtico y expresar tu opinión propia a favor de la que pontifican en los medios que eliges seguir.
La solución no es ignorar los estigmas informativos o predicar una indiferencia odiosa por la sociopolítica, sino comprender que la verdad es una Gestalt. Las dos personas tienen razón cuando dicen que la figura que tienen delante es un seis o un nueve. Todo depende de la perspectiva que eliges adoptar. La sabiduría es producto de aceptar que todas las perspectivas aportan al entendimiento y al aprendizaje.
El odio es la diferenciación y la segregación. Por tanto, es limitar los recursos de los que dispones para comprender tu realidad. El amor persigue la unificación de miradas con el respeto hacia lo ajeno y lo desconocido. Las guerras surgen de conflictos de intereses donde dos pueblos se enfrentan para imponer sus creencias sobre el otro sin piedad.
Quizá lo más difícil en la vida es aceptar que todo es tal y como debe ser. Por mucho que uno te diga que el blanco es negro, no lo es. Odiar lo ajeno es aniquilar la cultura y el legado de todos.
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