Me Despido de ti: 2024
Con un abrazo y un beso agridulce, me despido de ti, 2024. Empezamos la relación cargados de ilusiones y esperanzas tal vez demasiado idealistas. Me has enseñado tanto, con unos momentos alegres y otros desgarradores. La verdad es que me has llevado a un extremo que desconocía y jamás imaginaba que soportaría. Sin embargo, aquí estoy: Un año más sabio y menos ingenuo. En esta despedida, pretendo agradecerte lo que me has aportado y perdonarte por toda la culpa que he cargado en ti por lo que no quería reconocer que era mío y no tuyo.
Hemos atestiguado el nacimiento de vínculos nuevos: Reales, aunque tenues. También he soltado ataduras de manera inesperada. La naturaleza del camino que he elegido para atravesar el paraíso de mi sentir implica que hay apegos coherentes a fases que caducan. Hay capas que hay que quitar para seguir fiel a la odisea de volver a mi autenticidad. Nunca es fácil despedirme de personas o lugares que no he dejado de querer. Pero, permanecer donde ya no corresponde es morir en vida.
Es difícil saber si la templanza que siento se debe al cansancio del viaje que llevo encima o de la aceptación que me permite abrirme a cada experiencia por lo que es, sin el filtro del juicio o la culpa. Me has enseñado que carece de sentido intentar adaptarme para encajar o fingir ser quien no soy para caer bien.
Así, entiendo que no es del agrado de quienquiera la sinceridad con la que me expreso, sobre todo cuando no doy la razón a alguien que no quiere escuchar otras perspectivas. No me arrepiento de haber discutido con las personas que han tratado de manipular mi percepción, sino agradezco la paciencia de haber dado lugar a su planteamiento para ver cómo lo puedo emplear para abrir mis horizontes.
2024 te he amado. Pero, ya te suelto con amor y agradecimiento. En tu lugar, yace un vacío fértil, a la espera de lo que me depara el 2025
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