
Te Miro y Me Veo
- Mathew Lees
- 17 abr
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 18 abr
Tomo consciencia de que las parejas que he elegido para compartir un tramo de mi odisea son un reflejo fiel a cómo me trataba en su fase correspondiente. Ha habido momentos mágicos y experiencias inolvidables. No obstante, la tendencia ha sido enfrentarme a elementos de mi personalidad que no identifico en mí o no comprendo, proyectándolos en mi pareja.
Desde la aceptación, agradezco lo que han aportado mis acompañantes para que descifre mi identidad misteriosa. Comprendo que el aprendizaje más importante es darme cuenta de los propósitos de preferir a alguien que me trata de una cierta manera o manipular a esa persona para que me trate así aunque ella no quisiera.
La pareja personifica la imagen que veo reflejada en el espejo. Tanto en mi cara, como en cada pareja, hay una mirada que evito por miedo a conectar con una emoción que haría tambalear el delicado equilibrio de mi sentir.
Gestiono la crítica interna y mordaz, decorando la realidad con una superficialidad optimista. Esa tendencia evitativa me ha llevado a cargar la culpa de la decepción con mi vida en las personas con las que he compartido vivencias emocionantes.
Tomar distancia de la convivencia con mis proyecciones, me obliga a enfrentarme a mis demonios y trabajar en mi proceso. Me acepto por quién procuro ser al destapar los disfraces que he llevado para ser una víctima. Entiendo que lo que me define es cómo me relaciono con la gente que me rodea.
No es fácil desnudarme del ropaje en el que me he refugiado desde la infancia inocente. A veces me cuesta no lanzarme a la defensiva cuando me siento observado. Por sencillo que sea, pretendo no recurrir a brillar para deslumbrar y, así, no dejar a nadie ver lo que hay detrás de mi carta de presentación.
Intento conciliar entre ser exigente al elegir a quien dejo acompañarme y conceder en exceso para caer bien. Es cuestión de distinguir entre el amor propio y el egocentrismo, y amar desde la abundancia en lugar de desde la carencia.
Comments