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Las Llamas Gemelas y las Almas Gemelas


Almas Gemelas

Somos parte de una gran energía, expresiones de un mismo ser: el Universo. Cada alma en su representación en el mundo que entendemos como nuestra realidad es un reflejo de una parte de nosotros mismos. La pareja es el mayor espejo y, por lo tanto, de donde más aprendemos. Para simplificar el tema, podemos pensar en almas como energía pura que varía en su vibración. Las familias álmicas son energías de vibraciones en resonancia. Toman la forma de personas con las que es sumamente fácil relacionarse por tener una forma de ser y de pensar a la par de nosotros. Pueden ser amigos, familiares o, incluso, parejas. Al hablar de parejas es cuando la gente habla de que lo polos opuestos se atraen, dado que suelen diferenciar en muchas cosas, pero consiguen una plena comunicación a pesar de las diferencias debido a compartir actitudes y valores esenciales. Por otro lado, lo que llaman las Llamas Gemelas lo lleva a otro nivel. Generalmente se habla de la teoría de que se creó como una única alma que se partió en dos para crear dos entidades de los géneros diferentes. Esta teoría me chirría por dos motivos: En primer lugar, el alma no es una entidad sino una energía, por eso no se puede separar. Por otro lado, aunque hablásemos de energas masculinas y femeninas, para excluir relaciones entre parejas del mismo género que es una realidad evidente. De todos modos, las Llamas Gemelas son el más fiel reflejo de uno mismo y toman la forma de alguien cuya vida se parece increíblemente a la del otro, compartiendo incluso traumas infantiles que han sido fundamentales en la formación del carácter de cada uno, eso sí, con una ligera diferencia de perspectiva. Esto fomenta la ampliación del campo de visión de cada parte en su observación de la realidad y, como consecuencia, aumenta las posibilidades de aprendizaje. Las relaciones entre Llamas Gemelas nunca son fáciles debido a la gran fuerza de la conexión y su funcionalidad como catalizador de una transformación personal acelerado. Es cierto que la unión suele suceder cuando menos se espera y en las profundidades de un despertar espiritual. La llegada del otro desestabiliza a los dos ya que la mera presencia del otro provoca transformaciones que igual no están dispuestos o preparados para experimentar. Por este hecho, el rechazo es normal después de primer encuentro por el miedo que provoca la intensidad agobiante de la unión. En la distancia cada uno experimenta el dolor y el sufrimiento del otro y, hasta incluso, los malestares físicos. Esto lleva a un reencuentro inevitable. No obstante, es esta situación que enseña que la relación depende de un desapego y un trabajo de aceptación de un o mismo de cada uno. Ese trabajo consiste en la ausencia de etiquetar al otro como llama gemela, alma gemela o pareja para evitar la presión de la responsabilidad de esa calificativa. También deben aprender a aceptarse por quienes son y dejar de buscar mejorarse para ser de una manera diferente a lo que son. Cuando cada uno consigue hacer esto, las frecuencias resuenan y pueden encontrar la paz y tranquilidad del amor incondicional. Esta fase es un vaivén como un baile de apareamiento dado que hasta que lleven la misma frecuencia sigue el punto de rechazo que forma parte de la misión de las almas que necesitan experimentar la soledad y el desamor para llegar a apreciar lo que es la fuerza del amor incondicional que caracteriza esta clase de unión. Esta misión álmica puede durar varias vidas, por eso al conocerse las dos personas tienen la sensación de haberse conocido toda la vida e, incluso, puede conectar con recuerdos de relaciones en vidas anteriores de las almas. Esta sensación fomenta la sensación de estar en casa y a gusto con el otro a pesar de las tormentas de conflicto que pueden sufrir. El propósito de esto es para que los dos no se rinden con la fase violenta que, al final, es por el amor incondicional que se basa en el deseo insaciable de ver al otro llegar a su potencial. Ese mismo deseo exige conflicto en la forma de meter presión al otro para que salga de lo cómodo y habitual para poder trascender por una parte y por la otra unos sacrificios dolorosos que sencillamente serían impensable en cualquier otra clase de relación. Por esto, se nota una resiliencia que promueve que los dos persistan al contrario de la lógica de una relación que parece ser imposible. Las relaciones con Llamas gemelas son un exceso y van a un extremo que pocos están dispuestos a aguantar. Por eso, suelen ser de países alejados y de culturas distintas. Antaño eso hacía muy improbable que se reuniesen. Hoy en día se ve más uniones de este tipo por el proceso de apertura de mente y la facilidad de viajar y alojarse en otro país. Por lo aparentemente destructivas que parezcan estas relaciones al principio, llegan a ser las más satisfactorias por su poder transformador en la transformación de cada uno. Aún en los casos que la relación se rompe, las huellas son imborrables y cada uno se acuerda del otro de por vida como el amor de su vida. ____________ Mathew Lees

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