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Mi Querida Verduga


Mi Querida Verduga

Siempre supe que cada persona que entra en mi vida llega con una lección por aprender, puede ser una sencilla referencia a una limitación en mí. Ha habido personas que me han traído lecciones más transcendentales que conllevan un dolor intenso que me han obligado a reflexionar desde las tinieblas que hay dentro de mí lo que me habían obsequiado.

Nunca pude imaginar la existencia de personas como tú, que toman la forma de mi sombra, mi propia oscuridad. La parte dentro de mí mismo, alejada del brillo del sol de la esperanza y el calor del amor propio y el cariño de la gente de mi entorno. Un espacio donde no hay nada que me sostiene, donde caigo al vacío sin más acompañamiento que el rugido del aire al pasar por mi cuerpo en el desplome al abismo donde se encuentra mi salvación macabra. Ese infierno personal, donde antes me acercaba con un paso tembloroso, preparándome para entregarme de nuevo al quiebre de mí mismo para purificarme y quemar a carne viva los patrones que me han hecho caer en la misma trampa una y otra vez. Han sido tantas las veces que me he visto en el último viaje de este vestigio defectuoso del alma, que ya ni tengo miedo aún sabiendo el martirio que me espera allí.

He conocido a personas con las que he sentido una conexión imbatible, dejando lugar a una comunicación abierta y sentida, capaces de mostrarme un punto de reflexión que me ha invitado a indagar en mi sentir para conectar con partes de mí a las que no hacía caso o que tenía en descuido, siempre desde la luz del crecimiento, la reintegración de lo que ya había en mí. Sin embargo, tú, la sombra delante de mí, la personificación de mi oscuridad me has enseñado todas las señales que siempre ignoraba, al no estar preparado para encararme a las heridas relevantes, los traumas escondidos en los cobijos más aislados de mi ser. Es contigo que me he visto sin alternativo a lanzarme al abismo en búsqueda de la aniquilación de quien creía ser para volver a construir un nuevo modelo de creencias en mi renacimiento una y otra vez. Llegué a entender que cada encuentro entre nosotros era un asalto a la realidad en la que me sentía cómodo en ese momento, sin prestar la debida atención a las heridas sangrientas que impedían mi crecimiento, artificialmente satisfecho con quien era. Cada vez que me he despedido de ti, he sido testigo a una explosión de luz deslumbrante que arrasa con todo lo que daba sentido a mi sentir entonces y me arroja al aire mientras intento agarrarme a lo sólido de mi realidad, mientras lo que se queda en duda o incomprensión se cae entre mis dedos como las cenizas de la destrucción de la identidad ya redundante que nunca volverán a ser más que polvo sujeto a los caprichos del viento.

Estas explosivas y transformadoras tomas de consciencia sirven para forzar otra caída más a la oscuridad para estar una temporada más en la compañía de mis demonios más temidos y el dolor intenso pero necesario para encararme a las lecciones necesarias para resolver las dudas existenciales y seguir por los procesos estancados. La diferencia es la magnitud de información que supone cada abrazo tuyo o las miradas a los ojos en busca de una conexión álmica. En esos momentos de deleite, me han llegado los fundamentos de una transformación personal que incapacita las limitaciones de la encarnación previa al mostrar la potencial del ser liberado de las mismas barreras al desarrollo. Una y otra vez, con cada conversación de esas que no parecen tener final por siempre quedarse con lo que nos había quedado por decir, sigue un proceso de dolor fúnebre al presenciar la muerte precipitada de una versión de la realidad que ya se ha quedado irrelevante y la obligación de recoger de los añicos lo necesario para poder nacer de nuevo con la sabiduría aprendida y la experiencia vivida.

Al conocerte, mi querida verduga, he aprendido que sólo con un amor puro e incondicional puedo sentir la valentía constante e infalible exigida para sostenerte en mi vida por el sufrimiento al que me impongo al presenciar lo que me desvelas para reinventarme de una forma continua. Sería mucho más fácil huir de ti para evitar de indagar y enfrentarme a mis heridas más profundas y dolorosas. Pero, como guerrero bravo y feroz que soy, no me rindo fácilmente. A pesar de los daños infligidos, sigo mi marcha militar hacia la próxima oportunidad de morir para renacer vez tras vez, con una seguridad creciente en mis pasos al saber que para avanzar hay que asumir la mortalidad de las transformaciones y aceptar la integración de su aprendizaje.

Por este mismo motivo, te mantengo en un abrazo que por su fuerza tenaz muestra el coraje y resolución de seguir amándote mientras enciendes una vez más las hogueras con la mecha que te regalo yo y te beso para agradecerte de nuevo haberme mostrado lo que necesito saber mientras las llamas lamen mi cuerpo desnudo y abren grietas en la piel del torso ennegrecido para que se escape el alma de su cárcel para habitar la nueva encarnación de mi ser terrenal, aparentemente igual en la apariencia pero armado con una base enriquecida de comprensión de sí mismo. Así, puedo volver a la vida con los sentidos más afinados y vivir las emociones con una intensidad potenciada. De esta manera, consigo enfocarme más en las señales que me indican por donde tengo que seguir mi viaje de aprendizaje de mí, de ti, de todos y del todo.

Mathew Lees

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