Verdad de la Buena
Son muy confusos los matices que distinguen una mentira de una manipulación de la verdad. La verdad no es tan binaria como lo imaginas. Comentar sin filtro puede lastimar con la misma gravedad que pronunciar una falacia. Por tanto, es importante profundizar en lo que realmente significa la elusiva ‘verdad de la buena’.
Sobran los ejemplos estereotípicos de cuando conviene manipular la verdad en lugar de quitar la ilusión a alguien que rebusca reconocimiento en un momento concreto. A veces sobresale la necesidad de cariño, aunque sea de forma engañosa.
La problemática nace de la tendencia abundante de abusar de la positividad artificial para no ofender a la otra parte. Se nos olvida que la crítica constructiva invita al locutor que tome consciencia de una realidad incómoda. Aunque parezca más ameno ignorar las imperfecciones, hacerlo anula la voluntad de que el otro reconozca su autenticidad.
La pereza de corregir es más dañina que atacar los puntos débiles del contrincante en una discusión acalorada. Cuando amaina el conflicto, surge una oportunidad de entender el aprendizaje detrás de una crítica mordaz, expresada sin censura que, al final, aporta. Sin embargo, cuando haces la vista gorda a un tema emergente, echa raíces y crece con impunidad dentro de esa persona.
Es fundamental ser realista a la hora de elegir a quién le conviene que seas honesto en cualquier situación. Antes de proyectar tu cobardía sobre alguien que valora tu perspectiva, considera con cautela cómo podrás justificar tu reticencia a ser sincero más adelante cuando tengas que reconocer tu mentirilla.
No existen ‘momentos oportunos’ para hablar de un tema. Buscarlos es justificar que los evadas. Sin embargo, al igual que la mala hierba, si no atiendes a los asuntos emergentes, se adueñan de los vínculos y contaminan las relaciones. Es menos difícil hablar con tacto que reconocer tus mentiras.
