Todos Brillamos Juntos en el Paraíso
“El amor es como la amistad prendida en fuego. Al principio, una llama, muy bonita, a menudo caliente y feroz, pero aún así solo es ligera y parpadea. A medida que el amor envejece, nuestros corazones maduran y nuestro amor se convierte en carbones, ardientes e insaciables.” Bruce Lee
Aprendí de los cuentos de la infancia que el amor es un maná. Rebuscaba este tesoro perdido en cada rincón de mi vida, convencido que sería la escapatoria de mi infelicidad. Pronto, descubrí que por mucho que ames un lugar o a una persona, nada garantiza ni que sea recíproco, ni que sea parte de mi vida. Me sigue enseñando desde la perspectiva de la realidad de la aceptación plena e, incluso a veces, el amor propio.
Llevo con orgullo las quemaduras de las experiencias que me han alejado de los introyectos del amor que me impulsaron a buscar desesperadamente por fuera lo que no veía dentro de mí. Hace falta prender el corazón para que alumbre el paraíso que alberga cada persona por dentro.
El desamor me mostraba que el vínculo amoroso es tan laborioso como lo es gratificante. El amor exige un equilibrio sano entre todas partes. Hay una responsabilidad subyacente que requiere la aceptación y el amor propio. No es suficiente amar a alguien o algo. Cuando parte de la ausencia, crea necesidad y la dependencia consecuente. El amor no rellena huecos, sino embellece el entendimiento que tiene cada persona de sí mismo.
El matrimonio o la paternidad no arregla las grietas de una relación de amor inmaduro. El amor perdura cuando existe autenticidad y tranquilidad. Los vínculos se fortaleza con gestos para alimentar la llama. Aunque no arde ferozmente como antes, sigue siendo mi hogar, donde podemos ser nosotros mismos y amar serlo juntos. Es mi refugio de las expectativas y los juicios.
El amor maduro comprende que todo es perfectamente imperfecto y elegimos acompañarnos para compartir los aprendizajes de cada experiencia, incluso las que nos tumban sabiendo que no somos la única luz en la oscuridad. Caiga quien caiga, siempre nos esperará el que vaya delante con compasión.
