Peso Muerto
No me acuerdo de cuando empecé a cargar la mochila que doblaba mi espalda. Pero, recuerdo perfectamente del momento de deshacerme de ella, la sensación de la liberación de los fracasos y las decepciones que escondía allí dentro.
Es curioso que precisamente lo que me daba fuerza y desenmascaraba mi autenticidad es aquello que me hacía temblar al tomar cada paso hacia delante. Como cuando hesito delante de una barra dudando si seré capaz de levantarla o enfrentarme a un fracaso más. Hoy, cierro mis ojos y confío que los desafíos me han preparado para este momento y me entrego plenamente a la tarea. Sé que, indiferentemente del resultado, habré empeñado como mejor puedo.
Indudablemente, la valentía es asumir la responsabilidad de las decisiones que he tomado, sea cual sea el desenlace. Esa carga que llevo a la espalda es la acumulación de experiencias y aprendizajes que me regala la vida. Tomo consciencia de haber etiquetado tanto como malo o desafortunado sin manosearlo y buscar el significado que alberga cada piedra con la que he tropezado.
Me felicito cuando sostengo un peso descomunal en el aire. Pero, lo aprecio cuando suelto la barra, igual que cuando me quito la mochila. Me siento allá donde me encuentre para husmear en la mochila y sacar con cautela los recuerdos que almaceno dentro. Hay tantos sucesos que no sabía gestionar en su momento. Pero, desde la tranquilidad de mi centro, los estudio como si fuesen objetos valiosos. Sus texturas reflejan las emociones que provocaban y su brillo la luz que aportan a mi sabiduría.
Es imposible ser auténtico sin sentir el dolor con el mismo entusiasmo que el placer. Cada decepción no es más que una indicación de haber recuperado otra parte de ti, de haberte acercado más a tu autenticidad.
