No Soy tu Salvador
Reconozco mi enfermedad y mis carencias como persona, además de como profesional. Elegí ser psicoterapeuta para conseguir las herramientas necesarias para indagar en lo que me impide vivir en una plenitud emocional. No pretendo ser ni mejor, ni peor que nadie. Cuando me sienta delante de ti en la consulta, te acompañaré con cariño. No tengo las respuestas que yacen dentro de ti. Con mis preguntas, trato de alumbrar la oscuridad donde las puedes encontrar.
Mi camino es mío y tu camino es tuyo. Seguramente pasamos por experiencias aparentemente iguales. Pero, nuestras perspectivas siempre son particulares y dependen de cómo hemos llegado a esa experiencia y la oportunidad de aprendizaje que se esconde allí.
No soy omnipotente, soy humano. Hay obstáculos que me superan y días que me pierdo en mi oscuridad. Mi tenacidad se refuerce con las herramientas que acumulo con mis estudios y, sobre todo, con mi persistencia en aplicarlas a mi odisea. No pontifico lo que desconozco fuera de la teoría. Aunque haya sentido mucho dolor, desconozco el tuyo. Las estrategias de las que dispongo no son las mejores, sino las que me han servido para seguir adelante.
Comparto contigo las medias que comprendo para que las empleas en tus desafíos. No prometo darte la solución a nada porque la única persona que te puede salvar eres tú. Sin embargo, me comprometo a permanecer a tu lado, sin juicio o expectativas como una vela en la oscuridad. Te ayudaré a ponerte de pie cuando te caigas, te avisaré cuando te desvías de tu camino. Pero, no te guiaré porque no sé adónde vas, ni lo que quieres de tu vida. Tu voluntad y la disponibilidad de ver más allá que el papel que sueles representar son los dos factores que te indicarán hacia dónde ir.
Acompañarte es seguir aprendiendo contigo. Mientras destapas tus secretos, yo sigo descubriendo los míos. Quiero sembrar en ti la curiosidad que te fomenta a enamorarte de tu autenticidad.
