Los Engranajes del Conocerme
Somos una parte integral de varios sistemas, algunos encajan con otros. Aquellos que no existen para que aprendamos todo lo que ignoramos de nuestro ser. Hay voces que parecen hablar otros idiomas y, por consiguiente, pasamos por alto. Hay actitudes que nos molestan por no cuadrar con la personalidad que queremos representar delante del mundo. Limitarnos a una personalidad entre tantos se parece mucho al trabajo de un actor en una obra. La diferencia es que ése se permite transformar su papel entre una actuación y otra.
Al igual que todos, tomé consciencia de esa tendencia en mí. Lo que es más, manipulaba mi lugar en cada sistema para así forzar la coherencia de una personalidad que había creado años atrás como la llave inglesa del libro de John Lennon. Disfrutaba del sabotear la estabilidad de los sistemas hasta poder justificar mi huida de ellos. La obsesión con la independencia superaba mi necesidad de pertenecer, algo que expresaba echando la culpa a los que acusaba de rechazarme, en lugar de reconocer ese rechazo de mí mismo.
De tal manera, me di cuenta que los sistemas no existen para encarcelarme y denegar mi deseo de volar, sino para arroparme mientras me voy conociendo. Aprendo que cada sistema guarda experiencias cruciales para mí. No existe casualidades, ya que cada relación desvela otro secreto que trataba de esconder en mi oscuridad. Hay personas que cruzan mi camino hasta que vea lo que reflejan de mí y otras que permanecen mientras encauzan las lecciones que traen en mi proceso. Incluso hay personas cuya presencia pretende evocar experiencias dramáticas y dolorosas antes de que entienda para qué me acompañan.
Los sistemas son engranajes en el proceso de conocerme. Aunque ocasionalmente parecen ir a contramarcha, no es más que una delusión del querer ser de una manera que no soy. Agradezco los vuelcos que da la máquina que abren la perspectiva desde donde me observo, me comprendo y me amo.
