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La Sexualidad Consciente

La sexualidad ha sido un conflicto para mí, como para muchos. Desde muy joven, quizá precoz, mi timidez y desprecio entró en guerra con el deseo de compartir el placer con alguien. Con esta palabra, no me limito a lo carnal y puramente físico, sino el deleite de ensanchar la consciencia, al contagiarla con la de otro ser.


La diferencia entre la sexualidad y la sexualidad consciente es comprender que el encuentro amoroso no es una búsqueda de satisfacer una necesidad, sino una oportunidad para conocer tu autenticidad y compartir tu intimidad con amor. Cada viaje es único y hay muchos que se caen de camino y se quedan en la ignorancia dichosa. También es cierto que la vida nos lleva por un camino que nos enseña tanto que, a veces, nos deslumbra la sabiduría. Entonces, nos invade el miedo a no poder orientarnos frente al deseo que debilita la razón y nos obliga a conectar con lo emocional.


Temía las ganas que invadían mi ser al fijarme en la belleza humana, temeroso que desvelaría mi imperfección o me obligaría a tratar a mi amada sin el cariño que desconocía aún. Mi despertar sexual surgió desde la descomprensión de una sociedad que huye de la sexualidad como si fuese un monstruo feroz, dispuesto a devorar la moralidad. Mi timidez y emocionalidad complicó la experimentación con el erotismo por sí. Siempre buscaba algo trascendental. Acostarme con alguien es comprometernos a renunciar la independencia para siempre, aunque sea sólo durante unos días.


El quiebre me despertó de consciencia y me permitió finalmente aceptarme por quien soy y no por quien creía deber ser. También comprendí que todo lo que hago con amor es perfecto. Entonces, pude reconectar con mi sensualidad y gozar de mi cuerpo. Esta consciencia es lo que me permite fluir con otra y sentir la plenitud del amor consciencia en cuerpo y en alma.


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