La Mirada Amorosa
Todo aquello que ves es lo que es. Siempre ha sido así y lo seguirá siendo. Nada realmente cambia es una ilusión de la evolución de la perspectiva. Según reconectes con la sabiduría de la inocencia, tu entorno se hace visible detrás de las capas que has utilizado para disfrazarlo todo de la manera que encaja con la visión que exigías desde la delusión del control sobre tu destino.
Te has dejado seducir por la retórica tan tentadora de los ‘gurús’ que patrullan en las redes sociales, predicando sus métodos revolucionarios para hacer realidad los sueños más lujuriosos que pretenden sacarte de la misericordia. Esa sensación que prospera de la negatividad y el rechazo de tu autenticidad. La envidia apoderó de ti al escuchar como los profetas del capitalismo predican con sus cuentos de la transformación de la pobreza a la abundancia en términos del consumerismo. Sus vidas carecían del sentido hasta que descubrieron el proceso con les ha permitido comprar la casa de la playa y un coche deportivo, lo cual te venden hoy a un precio especial.
Se te olvida que el dinero no compra ni el amor ni la felicidad que buscas en todo aquello ajeno a tus posibilidades. La condición de ‘encontrar tu paraíso’ no consiste en llegar a ningún destino que no sea donde estás ahora mismo. Aceptar que todo es como tiene que ser es tomar consciencia de que lo pertinente para alumbrar tu oscuridad existe en la belleza de tu perfecta imperfección.
La única elección es mirarte en el espejo con los ojos abiertos de par en par y volver a enamorarte de quien eres hoy, recordar todo lo que has experimentado para ser quien eres y agradecer la valentía que te muestras hoy con tu mirada limpia. Hay una belleza sublime en todo que te rodea cuando aceptas que existe para mostrarte tu propia grandeza.
