top of page

Jugando con lo Mundano

La vida me ha enseñado a ser adulto. Por lo menos, lo he interpretado así. Hace tiempo desvanecieron las diferencias entre las necesidades, los deseos y mis sueños. He ido sacrificando aquello que quisiera para priorizar encontrar lo que creo que necesito. Los sueños se han quedado relegados al baúl del olvido por ser fantasiosos.


Así he perdido, como todos, el contacto con el niño interior y su inocencia. Cuando era pequeño, no juzgaba los juegos en los que exploraba realidades alejadas de mi existencia en un pueblo de Yorkshire. Me daba igual si tenía que ver con mi realidad o no. Lo único que me interesaba era divertirme.


Sin darme cuenta, empezaba a calificar de absurdo e infantil todo lo que representaban mis aventuras, por simbólico que fuesen, era mi felicidad. Es peligrosamente fácil caer en la trampa del deber. Me imponía unas obligaciones para sentirme responsable. Ser adulto no es callar al niño juguetón, sino actualizar sus fantasías y buscar las maneras de adaptarlas a la realidad presente. La clave es tomar consciencia del patrón del rol de adulto. Después, permito que se reencuentre lo fantástico con lo real y tangible. Así recupero la frescura de su curiosidad, reconozco las alternativas a lo que siento que debo hacer y elijo lo divertido.


Cuando me permito hacer lo que me apetezca porque sí y actuar sin un propósito concreto, disfruto de nuevo. Hay diversión en todo cuando lo haces con amor e inocencia. Hasta lo más mundano tiene su punto cuando empleas picardía. La vida no tiene un protocolo fijo de actuación. Es un paraíso del sentir. Cada experiencia es una oportunidad para conocer sensaciones nuevas, para satisfacer la curiosidad de lo desconocido. Es cuestión de aceptar que en esta aventura el destino es el camino. No importa adónde vas sino cómo caminas hacia adelante.


Buscar por tags

Sígueme

  • Instagram
  • Facebook Basic Square
  • Icono social LinkedIn
Entradas recientes
bottom of page