Eres Luz
En algún momento, sin darte cuenta, dejaste de seguir el camino hacia la iluminación y empezaste a buscar desesperadamente las antorchas para alumbrar un camino que te alejaría de tu lugar. Renunciaste a tu realidad para embarcar en una odisea hacia el espejismo de una irrealidad que cumpliera los requisitos que inventaste para encontrar el arca del amor y la felicidad.
Toma un momento para recordar los sueños de tu infancia cuando eras el héroe de los cuentos, el ganador de las batallas y el navegante que descubría las maravillas de tu paraíso. Te rendiste en la guerra por la sabiduría frente la resignación y el rechazo. En la inocencia de la niñez, las exigencias se limitaban a conocerte de las maneras que supiste emplear. Los sueños de aventuras, de conquistas y derrotas eran la leña que echabas a la hoguera del amor propio que te permitía desvelar los secretos del lugar idílico que has elegido habitar.
Sin embargo, la vida te distrajo de aquellos sueños y preferiste convertirte en uno deambulante que viaja no por conocer, sino para huir. Aunque no vayas a ser un cantante famoso, nadie te quitará los silbidos que interpretan tus canciones favoritas. Tampoco serás actor de cine. No obstante, cada día desempeñas el papel más importante de tu vida cada vez que te levantas con ganas de volver a ese claro del bosque con la fogata que te hace sentir en casa.
Nunca necesitaste las antorchas para guiarte porque ya estás donde has de estar. Los propósitos ajenos a ti sólo te sirven para perderte. Las condiciones que aplicas para encontrar la felicidad son las mismas que te ciegan al amor que siempre reinaba dentro de ti. Cuando enciendes los hachones, se atenúa la fogata de tu pasión y dejas de brillar paulatinamente.
Tu misión no es convertirte en nadie, sino conocer las excentricidades de tu perfecta imperfección. Confía en la luz más brillante, la que brilla hasta en las noches más oscuras. Esa luz eres tú
