top of page

Envejecer Humaniza

Envejecer me trae de humanidad lo que me resta de inmortalidad. Sentir que mi cuerpo no lo aguanta todo me acerca a mi realidad. Ya no vivo despreocupado por lo que consumo y como lo hago, sino aprendo a cuidarme como lo haría a alguien que amaba profundamente. Comprendo que ese ‘alguien’ soy yo.


Mi vida ha sido un huracán permanente. Me he alimentado de cambios drásticos y emociones trascendentales. Nunca temía exponerme a la tempestad de mi odisea. Han sido tantas las aventuras en las que me he perdido por caminos que me han alejado de mí mismo. He creado efigies diversas para protagonizar fábulas ajenas. Me veía imbatible detrás de la armadura de cada disfraz.


Cuando dejé de correr, me di cuenta de la tranquilidad en el ojo de ese tornado. Un lugar único desde donde aprecio lo que intentaba comprender de mí cada vez que fingía ser un personaje diferente. Cuando me senté aquí, sentía el cansancio apoderarse de mí. Me duelen las articulaciones de haber mantenido el ritmo durante toda la vida.


Ahora me veo y ya no soy ese chaval que una vez fui. Las líneas de mi cara guardan las sonrisas y los ceños. En mi barba abundan las canas de las frustraciones que han acompañado las tomas de consciencia. Mis manos muestran las venas a través de la piel traslúcida que recuerdo de las manos de mi abuelo cuando tocaba la guitarra para dormirme.


El dolor me acompaña a lo largo de cada día y me recuerda que soy mucho más que la carcasa que habito. Cuando me cedan las rodillas al andar, no atenúa el fuego en mis ojos. En el silencio que agradezco, oigo el eco de cada emoción que me ha permitido quitar otra tapa. No soy lo que veo, sino lo que siento.


Buscar por tags

Sígueme

  • Instagram
  • Facebook Basic Square
  • Icono social LinkedIn
Entradas recientes
bottom of page