El Sendero hacia Aquí
La vida es el sendero por el que ando, sin saber hacia dónde me lleva. Hace tiempo me libré de rebuscar indicativos para adivinar mi destino. Del mismo modo, dejé de abandonar la senda para intentar llegar a otro lugar idílico e irreal del que me había encaprichado.
Podría mirar atrás para ver desde dónde vengo. Sin embargo, comprendo que si lo hiciera dejaría de ver por donde piso y me arriesgaría a tropezar. No tema caerme. Pero, no es un desafío de levantarme las veces que hagan falta, sino aprender a apreciar todo aquello que me rodea en el aquí y el ahora.
Todo aquello que fue ya no es. No obstante, sembró los aprendizajes que me permiten ser quien realmente soy. No necesito recordar cada paso sino sentir lo que me aporta cada experiencia. Cada vivencia sucede para que aprenda a reconocer otra faceta de mi personalidad.
Estar plenamente presente me desvía la atención de las distracciones causadas al crear expectativas inalcanzables o fabricar recuerdos irreales para contrastar y comparar con lo que elijo observar en mí ahora.
No existen respuestas reales fuera del alcance de mi realidad actual. Me he costado tomar consciencia de esto. Era difícil superar la tendencia de idealizar un destino irreal hacía me empañaba llegar. La frustración de darme cuenta de que por mucho que intentara desviarme, no consigo alejarme de donde estoy. La razón es que mi entorno cubre todas mis necesidades y deseos reales.
Sólo cuando solté la obsesión de cambiar de rumbo descubrí que tengo todo lo que necesito y mi camino es perfecto. No he fallado las veces que tropezaba, sino he aprendido lo necesario para reconocer las facetas de mi personalidad que desconocía o menospreciaba por ignorancia.
He logrado tener la humildad de quitar mi capa de superhéroe y quedarme desnudo delante de mis exigencias. Soy la mejor versión de mí porque así quiero ser y me merezco la perfecta imperfección de mi sendero.
