El Berserker
Como un huracán descontrolado el Universo me ha arrancado del camino que no me corresponde transitar un sinfín de veces. Me arrastra al lugar del que intentaba huir con una brutalidad cada vez mayor. Las primeras veces experimentaba pequeños sustos, como si las hojas arrebatadas de los árboles en la tormenta me solapasen. Sentía puñetazos de paranoia al malinterpretar los susurros que no lograba descifrar de la gente cercana por el rugido del viento.
Aquel monstruo que acecha debajo de la cama o en las esquinas oscuras de la noche se hacía más temible con cada desafío a la autenticidad que no quería aceptar. La valentía del guerrero que protege al niño interior, aquel ser sentimental que esconde detrás del berserker enloquecido, me llevaba a encararme con ese endriago en una pelea que jamás podría ganar.
Tantas veces, acababa derrotado en un charco de la sangre y el barro de mi orgullo abatido, otra vez sobre las hojas caídas en esa tormenta de mi resistencia a la aceptación. En uno de aquellos momentos de derrumbe escuchaba al niño interior suplicar que dejase de luchar y contemplara la belleza de esta vida perfecta.
La dulce inocencia de su voz domaba el chillido de los vientos que me habían empujado contra el suelo de nuevo. Hasta el guerrero más feroz toma consciencia que la valentía es saber canalizar la energía que muestra en su furia como la fuerza necesaria para abrirse a lo que venga sin miedo. Luchar contra la naturaleza es perder la riqueza de experiencias que regala la paz de la aceptación.
La derrota no es el fin sino el comienzo de la iluminación. El que elige desprenderse de sus armas y armamentos para poder sentir desde la honestidad es el que permite conocerse y el que apacigua los conflictos que originaron en proyecciones de la infancia y de introyectas heredadas de sus ancestros.
Apaciguar las guerras transgeneracionales empieza con la aceptación de la responsabilidad de cada uno de romper con los patrones que han limitado el linaje que existe en cada uno. La libertad es el producto de integrar el pasado en este momento victorioso de volver a encontrarme en las partes que mis ancestros han dejado en mí.
