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El Aprendizaje Sistémico

La infancia es el proceso de reconocer el sistema familiar y el lugar que ocupas en ello. Bert Hellinger estableció este proceso como la base de los órdenes del amor y, por tanto, la sistémica. La vida consiste en integrar la pertenencia, la jerarquía y el equilibrio delicado entre dar y recibir.


En la familia tambaleas entre moldearte a los introyectos de los padres y seguir con los patrones y valores que rigen sus vidas y embarcar en un rumbo distinto hacia una identidad propia. Es un baile ecléctico con movimientos de rebeldía y de añoranza según el momento. Rechazar tus raíces te libera, pero también te aísla de la seguridad de lo conocido. La vida desvela tendencias y actitudes heredadas y te hace dudar si son tuyas o ecos del pasado. La experiencia te coloca en dilemas que manifiestan que no entendías las buenas intenciones de tus padres en sus intervenciones ‘molestas’. La responsabilidad pesa mucho cuando te cae encima.


La jerarquía te anima a desafiar los limites y rebelar contra las figuras de autoridad desde la convivencia familiar. ‘Las leyes se hacen para romperlas’ dices cuando aprendes la distinción entre la imposición de las normas preestablecidas y pautas para guiarte en tu propia aventura. Así comprendes la diferencia entre el respeto y la sumisión.


Cuando la comunicación se estanca, lo primero que se distorsiona es el delicado equilibrio entre dar y recibir. Es tan fácil caer en el hábito de dar para recibir, como lo es enrabiarte por no recibir lo que crees que mereces según tus exigencias no expresadas. Compartir es mucho más que dar y recibir. Es saber exponer tu sentir. Si no le cuentas a la gente cercana lo que deseas, no pueden satisfacerte porque cada persona entiende el amor de una manera particular.


Cada lobo busca su manada al abandonar el nido familiar. Eres responsable de prestar atención a las lecciones de cada encuentro. Has de aplicar lo aprendido a los motivos por involucrarte en los sistemas que surgen y permanecer allí o abandonarlo después. Hay una línea fina entre tener una identificación propia y exiliarte. Pertenecer es respetar el equilibrio de compartir.


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