El Amor y El Miedo
Hay dos factores omnipresentes en la vida: El amor y el miedo. Todas las decisiones que has tomado han sido por uno o el otro. Quizá el miedo a fallar o al rechazo que podría implicar embarcar por un camino diferente al que te han sugerido los de tu entorno han sido más consistentes en tu criterio. Hacerlo porque te da la gana y porque es lo que más te apetece en ese momento te ha escondido en la sombra de la efigie que construiste para complacer las exigencias que proyectabas en otros.
La angustia de los “y si hubiera…” o los “ojalá no hubiese…” nacieron al silenciar el susurro de tu corazón en la toma de decisiones. El sufrimiento que paraliza tus pasos es tu propio cuerpo que te recuerda que por allí no es. Tu padre es experto de su propia vida o no la tuya. Te he regalado consejos con todo su amor y la añoranza de la alternativa que ignoró él en su momento, al igual que tú cuando priorizas cumplir con sueños ajenos.
Nadie sabe mejor que tú cuál sendero te llevará a la iluminación. Pero, cualquiera te contará cómo podría haber navegado mejor su barco entre las rocas y sirenas de su aprendizaje. Su viaje es tan perfecto como el tuyo, cruzando mares, algunas agitadas y otras tranquilas.
Tu responsabilidad es escuchar tu corazón y tener la valentía de atenderlo, por muy tenebroso que parezca su resolución. Para romper patrones, hay que despedirte de lo que ya no aporta. Hay luces que brillaron con mucha intensidad en tu larga noche, pero se han perdido detrás de alguna nube. Hay lugares que te acogieron del frío de la soledad. Pero, todo aquello fue en otro momento, cuando todavía no eras quien eres hoy.
Andar sin miedo implica ver la abundancia de oportunidades y aprendizajes sin lamentar las carencias de lo que nunca era tuyo. Tu destino es perfecto y te enseñará a amar tu autenticidad.
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