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Cada Elección es Correcta

Tantas noches he maldecido la elección que me he llevado por un camino en lugar del otro. Me he castigado por la falta de previsión o de valentía que impulsó que llegara aquí, a un destino ajeno al deseado. Hay palabras que se escaparon de mi boca antes de mediar el impacto que pudiesen tener. Algunas salieron de las llamas de la ira y otras de la elación desmedida. Pero, siempre desde contexto inequívoco de estar presente y sentirme vivo.

Aunque los años y la experiencia amansan mi volatilidad, también he aprendido a valorar el instinto asesino. Aquello que rematado el filtro con el que me mentía sobre quien soy y el mismo que usaba para armar la identidad que edifiqué para cumplir con las expectativas que proyectaba en los de mi entorno.

Hay una liberación culminante en aprender de soltar el juicio. Las elecciones que tomé en cualquier momento eran las que correspondían a mi sabiduría y conformes con lo que debía aprender de la experiencia. No me he equivocado, sino he tomado consciencia de haberme desviado de mi autenticidad. Al encontrarme disperso, me he obligado a soltar alguien o algo que me daba comodidad, pero no me dejaba verme a mí. También he roto patrones con las que me identificaban para volver a ser más que la sombra que en aquel momento pisaba en mis huellas.

Hacer algo mal es darte cuenta de haber perdido la perspectiva. Juzgarte es castigarte y esto es no aceptarte por quien realmente eres. El fallo es no ser como la efigia dentro de la que te perdiste. Cuando miras atrás verás ese niño que corre hacia su casa, ésa de la que lo echaste cuando intentaste manipular tu realidad. No corras hacia el precipicio. Abraza al churumbel y recuerda que todo es perfecto. Los fantasmas permanecen en tus sueños para susurrarte las pistas que te ayudarán a reconocer tu destino, el paraíso que jamás abandonaste.


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