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Amarte no es Egoísmo

Me han castigado por ‘egoísmo’ al pensar por y para mí. Me han inculcado el deber de priorizar a los demás y no ser egocéntrico. Así me enseñaron otra arma de destrucción masiva con la que lastimarme.


Para ser buena gente y quedar bien, he sacrificado experiencias, encuentros y oportunidades. Muchas veces me he retirado de un momento cargado de potencial para dejar paso a que otro lo disfrutara y me he aliviado con la reflexión absurda de hacer lo correcto.


Al final me pregunté: ¿por qué no merezco saborear el fruto de mi empeño? Si se me presenta una vivencia trascendental será que forma parte de mi aprendizaje. Por tanto, no debo dejar que me escape.


Esta reflexión revolucionó mi concepto de lo que es ser ‘buena persona’. Ser consciente de las necesidades de otros está bien siempre y cuando no quita la atención de las mías. Es indiferente al mito de buscar tu media naranja. Si buscas a media persona, la otra mitad será un misterio hasta que se vea a través del velo de la dependencia. De la misma manera, rechazar la mitad de ti mismo te lleva a ignorar lo que más te cuesta ver, tu propio brillo.


Es mucho más fácil reconocer las partes de ti que no comprendes o desconoces y, por tanto, no te gustan que todo aquello que te hace único y tan especial. La mirada amorosa es más potente que aquella mirada crítica que yo, como todos, empleo con maestría.


No es egoísmo conocerte y valorarte por quien eres. Ni mucho menos. Es respetar el sistema al que perteneces, es saber cómo encajas en el puzle del universo. La toma de consciencia de desnudarte es conocer tu autenticidad. Ser autentico es conectar con la sabiduría universal y con el amor auténtico.


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