El Camino del Guerrero
El camino del guerrero es el que le enseña a enfocar sus energías en lo que le permite potenciar su aprendizaje sobre sí mismo y el entorno que habita y transita. La experiencia enseña a cada uno la futilidad de gritar a los cuatro vientos, de frustrarse por la manera de haber actuado en una situación que sirvió para enseñarte cómo hacerlo mejor cuando vuelvas a encontrarte en la misma circunstancia.
La vida nos lleva por un espiral que nos obliga a encontrarnos con la misma persona tantas veces como sea necesario para que entendamos la parte nuestra que no conseguimos desvelar. Nos repite la lección en susurros que nos llegan a través del viento, o en historias que volvemos a vivir en los sueños. Incluso le reconocemos en las proyecciones que hacemos sobre otros que queremos, como fantasmas que nos hablan desde las sombras de nuestra percepción de la realidad.
Los patrones de las relaciones son los que creamos en la infancia en el ámbito familiar. Cuando nos despertamos, vemos las oportunidades para integrar las enseñanzas de las heridas que se abrieron cuando sembrábamos la ilusión de separación y nos vestíamos con la armadura del letargo del alma. Cada uno lucha hasta el día que se dé cuenta de que los demonios contra los que pelea no son más que las partes de uno mismo que rechaza o anula. Al abrazar esas partes ‘enemigas’ aprende a amarse y se despierta el alma para presenciar como cae la coraza ya prescindible.
Entre amapolas ese guerrero encuentra su victoria tomando consciencia de que cada experiencia, cada desamor, cada decepción, cada fracaso ha sido un acercamiento a este momento trascendental. La templanza de desprenderte de la armadura que escondía su honestidad desafía los juicios y los castigos que nublaban el cielo de la aceptación plena. Este héroe alcanza la paz al saber que vive la perfecta historia que escribió para que el niño que siempre será entienda la lección que empezó con las primeras lágrimas de la infancia.
