La Encarnación Sensual
Mil caminos he pisado sin salir del mismo con el que me encontré el día que mi consciencia se despertó en este cuerpo, la vasija del alma en busca de la información que perdió con la inocencia que la acompañaba antes de mi nacimiento. Tantas veces elegía un camino por complacer al capricho de la personalidad que en ese momento usaba para tapar a la que no me atrevía a expresar por miedo a no poder contener la fuerza inmensa del brillo intenso de la grandeza de mi alma.
No me daba cuenta de lo inútil que es ser un reflejo de lo que proyecto en los demás. Soy el que veo reflejado, aquel ser con el que tropiezo en los espejos que son las personas que comparten las aventuras que escribió mi alma para experimentar lo necesario para recordar la sabiduría que le permite trascender las limitaciones impuestas por las creencias limitantes del ser que habita.
Lo que realmente temía no era ser insuficiente o indigno del Amor que buscaba por fuera, sino reconocer la grandeza de quien soy. Los complejos de inferioridad eran muestras de no atrever conectar con mi propia inmensidad. La humildad que inculca una sociedad que castiga y culpabiliza la divinidad de cada uno.
Cuando derrumbé el filtro de la docilidad y sumisión, solté a la fiera que había estado encarcelada dentro de mi para cumplir con las responsabilidades de una sociedad emasculada. Volví a sentir el fuego recorrer mis venas en forma de un poder indomable que despertaba mi sexualidad ardiente e indecente, un hambre insaciable por el goce de la sabiduría carnal que alimentaría la luz deslumbrante de mi alma trascendente.
Hoy en el banquete de la vida, engulliré los conocimientos que me otorgan las experiencias diversas a las que ya no me resistiré. Sólo en la gula sensacional puedo satisfacer los caprichos que exige mi alma en esta encarnación sensual para trascender los límites de la dulce inocencia de la decencia.
