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¿De qué te sirve criticar a los demás?


A menudo cuando estoy con un grupo de gente, escucho la tendencia que tiene a criticar a otros sin profundizar en las circunstancias de esos otros y las posibles justificaciones por sus actos. Entonces, me puse a reflexionar…

En primer lugar, me centro en lo que nos lleva a hacer comentarios negativos acerca de los demás. Llegué a unas conclusiones interesantes:

EL MIEDO: El factor más común tiene que ser el miedo a lo extraño o lo desconocido. Criticamos a los que hacen cosas que no entendemos o queremos entender, o a los que tiene creencias que difieren de las nuestras.

LA ENVIDIA: Al ver a gente con éxito de alguna manera, es fácil encontrar fallos en su comportamiento, palabras o actitudes. En el lugar de reconocer abiertamente que quisiéramos ser como ellos, resulta mejor centrarnos en lo mal que hacen algo.

LO QUE SE DICE: Lo menos constructivo es cuando la gente habla mal de otros basado en lo que ha leído, visto u oído por allí. En el lugar de esforzarse por saber algo acerca de los otros, satisface más hablar mal de ellos.

Al analizar esto, no puedo evitar la pregunta típica de un Coach, “¿Qué te aporta esa creencia?”.

Para un momento y piensa en la última vez que criticaste a alguien indirectamente. Considera el efecto que tiene al cuerpo – un aumento de tensión, una sensación de molestia y malestar. Al expresar esa opinión, ¿qué ganas? o ¿qué consigues cambiar?

Personalmente, me pone de mal humor y empiezo a hacer caso al torrente de pensamientos negativos que rondan por mi cabeza hasta que me doy cuenta de ello y vuelvo a sonreír y miro a un pájaro volar o a unas personas riéndose juntos. En ese momento, recupero mi actitud positiva y optimista en la vida. Cuando pienso en las conversaciones que he presenciado, en las que uno empieza con una observación negativa acerca de otro (que suele ser una tercera persona que no está ni para defenderse). En ese momento, se aprecia el cambio en las caras de los demás, como si apareciera una nube negra encima de todos. Un fruncido generalizado. Todos toman turnos en dar la razón en cantar las derrotas de dicha persona o dudar de su autenticidad. El tono de la conversación va por mal camino y todos se sienten molestos. Se les quitan las ganas de tomar otra caña y se plantean marcharse a casa.

A diferencia de esto, cuando las mismas personas comparten ideas para salir de viaje ese fin de semana o ir a cenar todos juntos, todos se miran a los ojos, cada uno con una sonrisa de oreja a oreja. Los planes se llenan de chistes sobre la camarera que les sirve porque son los más guapos o si la del grupo que siempre está soltera conocerá a su príncipe azul o semejante asunto sin importancia. Lo fundamental es disfrutar de la conversación y sacar provecho de esos momentos regalados en los que podemos compartir lágrimas de risas entre amigos. Esa conversación cuando llega a su final, mucho más tarde, será de esas que cada uno se va a casa sonriendo, acordándose de cualquier anécdota o gesto con gusto.

Entonces, a lo que voy con estas observaciones es si hacer comentarios negativos sobre los demás no mejora tu día, ni consigue cambiar nada ¿de qué te sirve criticar? Es indudablemente mejor que vayamos por la vida entre risas y planes interesantes, buscando los momentos para volver a coincidir con los nuestros o gente que aún no conocemos para compartir nuevas historias e experiencias.

La próxima vez te encuentras en una conversación en la que la gente cuenta lo mal que hace el trabajo su jefe o lo poco que le cuida su pareja, fomento que le recuerdas que ese jefe es el que te ofreció el trabajo con el que pagas el alquiler o las letras de la hipoteca o esa pareja es la persona que te abraza y te besa cuando llegas a casa. Entonces, no puede ser tan mala gente ¿no?

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