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Musicoterapia - La música clásica no es la única opción para acompañarnos por estados emocionales y


Hoy leí un artículo de los típicos que circulan por allí acerca del beneficio indudable que aporta la música a la vida de todos. No cuestiono de ninguna manera la validez de dicha observación. Lo que pongo en duda es el planteamiento de lo que es 'la música'.

Desde hace tiempo la música clásica se ha establecido como música intelectual, digna de acompañar a actividades intelectuales o terapéuticas. Nos indican que para contrastar el estrés, conviene algo del estilo de Adagio de Albinoni, por ejemplo. Mozart o Beethoven son ideales para acompañar a los estudios, por su capacidad de aumentar nuestra habilidad de aprender. hay un sinfín de estudios y observaciones similares que aparecen por allí.

Así, me puse a pensar en qué escucho al escribir esto. Pues, un placer poco glamoroso - La banda sonora de la película 'Jóvenes Ocultos' de 1987, concretamente la versión deliciosa de Echo & The Bunnymen deliciosa de 'People Are Strange' la canción enigmática de The Doors. No es lo mismo que escuchar 'Adagio para cuerdas' de Samuel Barber. Pero, eso no lo hace menos emotivo, ni tiene menos impacto a la hora de ayudarme a centrarme en el trabajo. Por lo contrario, me ayuda a mantenerme centrado en la tarea y, lo que es más, me hace pulsar el corazón con el sentimiento que dio lugar a ponerme a exponer aquí mis pensamientos acerca de la musicoterapia.

Lo que es más, cuando miro atrás, siendo un gran melómano, soy consciente de que la vida mía tiene una banda sonora en la que carece de la música clásica. No soy un negado. He asisitido conciertos de orquestas importantes en Liverpool, Londres, Madrid y otras ciudades del mundo, y mi colección de múscia incluye un gran apartado con la obra completa de Beethoven, bastante de Mozart, Albinoni, Vivaldi, Brahms, Bach, Chopin y otros compositores importantes. Lo que pasa es que, cuando me he encontrado en situaciones límites por estados emocionales tormentosos, he optado, en la mayoría de los casos, por la música más moderna, contemporánea a mi vida y la de mis padres, e incluso mis abuelos.

Cada momento de la vida pide una melodía particular y esa melodía depende tanto de la persona e incluso podría decir del estado de ánimo del mismo. Personalmente, conecto con música de estilos dispares de un día para otro. No es de sorprender cuando en un día empiezo con música de los noventa, paso por música electrónica, un poco de rock alternativo y algo de jazz tradicional. Un día cuando estoy triste me meto una sesión de Joy Division y me quedo como una rosa y el siguiente prefiero contrastar con algo más popera para ponerme a bailar y olvidar las penas. Otras veces, cuando estoy cabreado con la vida, me agarro a mi querida PJ Harvey con sus observaciones cortantes acerca de las decepciones de la vida, y canto con ella a través de una sonrisa malvada, de la misma manera que su forma de expresar los sentimientos me pueden ver que pase lo que pase, siempre hay algo mejor a punto de suceder. Por mucho que intente, no saco la misma gama de emociones de una sinfonía por muy maravillosa que suene. No creo ser menos intelectual que uno que trate el mismo caso con 'La Primavera' de Vivaldi o, para levantar el ánimo de golpe con 'La Obertura 1812' de Tchaikovsky.

Con lo dicho, propongo el fin de la opinión que la música clásica, en su concepto socialmente aceptada, como la expresión más intelectual de la melodía, y, por tanto lo que debe acompañar la actividad intelectual o terapéutica. En contraste, a lo largo de la vida, enfrentado a situaciones con gente que requiere apoyo emocional para un momento clave de la vida, a base de unas preguntas, he observado sus preferencias musicales y seleccionado una lista de reproducción en función de sus gustos para ayudarles a guiar la mente hacia un terreno más ameno de una forma más personalizada y más acorde con el día a día musical de cada uno.

Teniendo en cuenta este acercamiento, sin negar la eficacia de la musicoterapia de otros, creo cada vez más en la actitud que ejercico y fomento a la hora de personalizar la banda sonora para trabajar con los estados de ánimo y las emociones de mis clientes. Por lo tanto, no pasa nada si quieres escuchar The Cure cuando te ha dejado tu pareja, 'I want to Break Free' de Queen cuando estás harto de tu jefe, 'Mr. Brightside' de The Killers cuando sales de fiesta. La música es muy personal. La que mueve a cada uno, es la mejor opción para esa persona.

Para concluir esta observación, pongo la meta de elegir las canciones que mejor acompañan los momentos de la vida en el caso del lector y fomento que escuche dicha música cuando haga falta y que disfrute del gran placer de la melodía y que no deje de buscar la conexión entre las emociones y la música.

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