El Despertar Viral
Entre patrullas policiales para avisarnos que no debemos deambular por el parque, las peleas en los supermercados para conseguir los alimentos necesarios para superar el apocalipsis y las noticias cada vez más sensacionalistas es imposible ignorar la incómoda realidad. Esto no es el fin del mundo sino una oportunidad para despertar del letargo.
Entendí hace años la importancia de pasar temporadas en soledad para contemplar la narrativa que he elegido protagonizar. Sólo así comprendí la efigia que había construido para habitar y así esconderme de las palizas de los demonios que intentaban arrastrarme de nuevo a aquel lugar donde siempre quise estar. El mismo paraíso que había abandonado en busca de un tesoro elusivo al seguir a personajes imaginarios en parajes tan ficticios como los de las películas de fantasía.
MI viaje particular fue un acto de responsabilidad después de tomar consciencia de haberme alejado de mi propio rumbo. Pero, ahora nos encontramos en la paradoja de sentirnos obligados a parar precisamente para saltar a la acción. Aquella tranquilidad que activamente buscaba en mi soledad es la misma que otorga la cuarentena. No podemos desconectar de nuestra realidad e ir a una oficina a rodearnos de gente que ni conocemos ni queremos conocer. No podemos refugiarnos en tareas banales que anulan los suplicios del alma para que nos despertamos del sueño materialista en el que creamos el deseo por cosas que ni necesitamos, ni nos aportan nada.
Desprendidos de las obligaciones que utilizamos para ignorar las sensaciones incómodamente reales detrás de la coraza de una vida creando una imperfecta perfección, tenemos la oportunidad de abrir los ojos. Los narcóticos de una sociedad enfermiza siguen afuera. Nada te impide mirarte al espejo y lanzar esa gran pregunta, “¿Quién eres?”. La respuesta indudablemente será, “tú no”. Con tranquilidad, deja caer tu armadura y atienda tu propia realidad, la perfecta imperfección.