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La Brújula


la brújula

Ayer, mi mirada estudiaba el horizonte para buscar alguna pista que me indica dónde estoy y hacia dónde tengo que ir. Me consumía la necesidad de sentirme posicionado en el viaje que había escrito en las tomas de ficción con las que evadía la realidad.

Hoy me di cuenta de que no es una brújula que llevo en la mano, sino las estrellas que decoran el firmamento, ilustrando las aventuras del paraíso de mi sentir, un lugar de donde ya no necesito exiliarme. No hay ningún camino que me lleve a semejante paraje.

Desde que dejé de bajar la mirada para intentar orientarme, aprecio la belleza del entorno en su perfecta imperfección. Los girasoles bailan al ritmo del cantar de los pájaros que posan sobre los tallos de las flores que perfumen el aire como el incienso de los dioses en sus festejos del Amor Incondicional y Puro con el que creamos la exquisita realidad.

Ese paisaje que yace bajo el sol brillante del Amor Propio que perfora y quema las nubes de los miedos con los que la mente intenta desviarnos hacia un mundo cruel. El que hemos creado para castigarnos y sentir la separación de cada uno y la limitación de la comunicación a través de la pobreza de los lenguajes con los que las emociones se asfixian en metáforas carentes del sentir.

Te invito a acompañarme de la mano, a pasear por los senderos que entrecruzan los campos de las vidas que me han enseñado a reconocerte y verte. Las mil muertes forjaron la forma a la que doy vida hoy. El Ser que perdí detrás de los filtros de la negación de mí mismo. Ya no temo mirarme porque comprendo que la guerra no ha terminado ya que nunca comenzó. No lucho para mostrar el valor que siempre he tenido, ni para huir del amor que siento por mí. Todo me preparaba para sentirme a gusto en mi hogar contigo y conmigo.

Imagen: “Close up of hand holding Compass” de Gettyimages.es (por Pinterest)

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