La Ducha Emocional

Los sueños de los que peleo para despertarme hacen que retuerce mi cuerpo en un exquisito baile de desespero. Me tiemblan los dedos al imaginar los intentos furtivos de atravesar las telarañas que tapan las salidas del infierno en el que me he metido. Siento la necesidad opresiva de sentir el calor del sol en mi torso desnudo.
Ya he pasado largos años en mi oscuridad, alumbrado por las llamas de las fogatas a las que me he entregado para quebrarme y deshacerme de la pesadumbre de mi propio fracaso una y otra vez. Me he dado por vencido en tantas ocasiones, convencido de que el Ser que me había creído no estaba a la altura ni de la vida que experimento ni de las personas con las que elijo compartirla. Estaba empeñado en reinventarme por completo para afrontar la vida desde otra perspectiva más hasta que me di cuenta de que cada coraza que me ponía sólo tapaba mis heridas putrefactas y no me dejaba mirarme con sinceridad y amor.
Entonces, de esa pesadilla me despierto. Hoy no sigo la rutina del desayuno sino me meto debajo de una ducha cálida para sentir el agua recorrer mi piel como si quitara las larvas de mis cicatrices y friego la piel para quitar las impurezas de las abrasiones por la armadura que siempre llevaba. Las llamas no me acarician hoy. Son los chorros de agua sanadora. Mis manos pasan por donde no han llegado las de nadie más, a la encuerada de mi Ser, desvestido de las pretensiones y limpio de los juicios y prejuicios.
Mis dedos recorren las líneas rojas de los apuñalamientos con los que me he sacrificado en el desconcierto de no cumplir conmigo mismo. No volveré a sentirme menos de lo que mereces tú o lo que debería ser yo. Ya me veo en mi perfecta imperfección, cada herida que decora mi cuerpo es un paso hacia mí, hacia el Amor Incondicional, hacia la tranquilidad de mi centro. El lugar que se quedaba escondido al otro lado de mis párpados cerrados y lagrimosos. Ya no me siento desorientado y perdido aquí en mi propio hogar, de donde nunca salí. No siento pena por lo que no es, lo que no tengo o por los que no estáis. He todo lo que necesito aquí y gozo con el abrazo de los que siempre habéis estado a mi vera. Disfruto de la abundancia del amor y de la felicidad que buscaba fuera antes de descubrir que iluminaban al paraíso de mi sentir dentro de mí.