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La mayor intimidad entre dos personas no es sexual sino un desnudo emocional


La vida de pareja es una exploración de las intimidades del otro. Es muy fácil conceptualizar la intimidad en términos sexuales que es lo que estamos acostumbrados a consumir en las artes, mires donde mires. Pocas veces se habla de la conexión entre dos personas que solidifica las bases de un amor duradero, más allá que los inicios apasionados de lujuria y descubrimientos carnales. En realidad, las personas destinadas a permanecer juntas son las que se atreven a desnudarse emocionalmente frente a su pareja y ofrecer la oportunidad al otro a replicar el gesto para un enlace de lo más espiritual.

Llegar a conseguir una conexión así empieza con un trabajo muy duro y doloroso que es concienciarse de uno mismo. Para entender realmente a los demás, es fundamental entenderse a uno mismo. Por otra parte, es esencial observar y aceptar la realidad del otro sin juicios y con una honestidad absoluta.

EL DESNUDO EMOCIONAL

El estudiar a uno mismo nos lleva a descubrir lo que nos hace sentir cómodos o incómodos. De esta manera, podemos plantear cómo esas emociones pueden influir nuestros pensamientos y actitudes.

El proceso comienza con una decisión valiente: Escucharnos, conectar con las emociones y reflexionar en sus orígenes para desvelar nuestros miedos, conflictos y, esencialmente, las inseguridades, productos de las heridas de la infancia.

Estas vulnerabilidades son el producto forman la esencia de nuestro comportamiento en lo sentimental. Por eso, es clave identificarlas para poder procesarlas de una forma adecuada. Son el resultado de las experiencias emocionales que nos han traído hasta hoy y se han transformado en el ‘bagaje’, como dicen. Volver a lo que suelen ser recuerdos dolorosos exige gran coraje y la disponibilidad de cada uno a revivir un sufrimiento grave que nos encadena y nos impide el progreso en el camino que marca la vida de descubrir cosas nuevas con cada paso que damos. En la oscuridad de estos sufrimientos que llevamos con nosotros, están las herramientas necesarias para seguir aprendiendo lo que nos impulsa hacia delante.

Las heridas de la infancia nos llevan a una serie con comportamientos y reacciones automatizados. Por este motivo, es vital comprender cuales son para poder mediar cómo afecta nuestro presente.

No hay fórmulas mágicas para sanarlas. No obstante, canalizar la energía en algo productivo no es sólo posible sino recomendable. Al tomar consciencia del contexto de la formación de las heridas, nos permite reconocer que en el presente no tienen que cargarnos con el mismo peso, ni imponernos el mismo significado.

Entonces, podemos transformar el ‘la gente me hacía muy infeliz’ a ‘daba demasiada importancia a los comentarios de otros. Soy más consciente de que hablen desde su realidad que no es la mía y por eso no tiene porque herirme’.

Al entender cómo las emociones nos han afectado en el pasado y haber entendido los motivos nos ayuda a entendernos ahora y permitir entablar conexiones en el presente más potentes.

Lo que es más, llegar a entenderse en profundidad instruye de las motivaciones de otros y ayuda a explicar como su bagaje particular contribuye a sus conflictos en el presente.

Con esta información, uno puede atreverse a intentar desnudar emocionalmente a tu pareja. Si es una tarea inmensamente compleja al realizarse a uno mismo, cuando se trata de otro, lo es mucho más aún.

Las conexiones más profundas se hacen con una empatía, basada en cariño y afecto y, sobre todo, la falta absoluta de juicio. Sólo en este caso, las parejas pueden abrirse a quitar las corazas delante del otro. Cuando sucede ese momento, es imperativo tener una base muy sólida de amor, entendimiento y una confianza absoluta.

Cuando una pareja consigue llegar a esta situación, la conexión entre sí está en un nivel muy por encima de lo sexual ya que les acerca de una manera más completa para poder acompañar al otro siempre y cuando le hace falta a lo largo de los procesos abiertos en este momento en su vida y los que abrirán más adelante en el gran viaje de auto-descubrimiento que recorre los años de nuestras vidas.

Al conseguir una unión así, el acto sexual también se ve transformado en un acto espiritual, en el que cada uno siente la unión de las almas en la energía del amor más puro. Es fundamental entender la potencia de cualquier acto de cercanía de la pareja más allá que el sexo en sí. Al fortalecer la unión de almas, los abrazos y las miradas adquieren un poder curativo ya que muestran la entrega incondicional entre los dos.

El amor es una tarea continua que da lo mismo que exige. La vida de pareja implica la renovación de la confianza de cercanía de una forma invariable. Todos tenemos días buenos y otros no tanto. Hasta en los momentos más oscuros, es clave mantener el espíritu de colaboración. La confianza entiende que a veces uno lidera y el oro afloja para recuperar fuerzas antes de volver a andar a la vera del otro.La vida de pareja es una gran oportunidad de ampliar la perspectiva con la que vemos el mundo y, por tanto, poder apreciar más de las maravillas que la vida nos ofrece al diario.

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