Cómo tratar a la gente con comportamiento tóxico

En el primer artículo de esta serie, repasé las características fundamentales de la gente tóxica, como manera de identificar el comportamiento de las personas que quiere compartir su mal estar con el mundo para no sentirse solo. A continuación, propongo exponer unas pautas para evitar que el comportamiento negativo de uno te afecte en exceso:
Analizar los motivos por el comportamiento
Mediar la reacción al otro
Evidenciar el entendimiento de las motivaciones del otro
Restarle poder por medios no dar importancia a sus quejas
Limitar la influencia negativa
Mostrar la irrelevancia del discurso del otro
Expresar el egoísmo con el que se porta el otro
Analizar los motivos por el comportamiento: lo más importante cuando notamos que alguien tiene un comportamiento tóxico es encontrar la raíz de ello. Indudablemente, lo habitual es por una falta de autoestima. Sin embargo, identificar lo que ha dado pie a esa falta es otro asunto.
Normalmente, no cuesta mucho indagar lo suficiente para localizar algún trauma que ha desenlazado en una actitud global no tan favorable. Un ejemplo es una persona que no termina de aceptar la derrota de una relación y entra la próxima vengándose de la primera o sencillamente una persona que no quiere implicarse en el desarrollo de una relación y espera que el otro se encargue de esforzarse.
Mediar la reacción al otro: Es de una importancia clave escuchar las quejas del otro y presentar una actitud comprensiva para que saque todo lo necesario y así tener información con la que trabajar. Es, quizá, el desafío más complicado filtrar la información dañina para sacar el sentido de la negatividad de alguien con el que hay cercanía. Lo óptimo es tener claro que, por mucho que intente convencerte de lo contrario, no eres culpable, sino la válvula a través de la cual el otro saca su ira para poder mantener su situación de víctima.
Evidenciar el entendimiento de las motivaciones del otro: Al informarnos de lo que la otra persona dicta como causa de su malestar, se puede contrastar con la realidad, según nuestro punto de vista. Esta negociación pretende mostrar comprensión, por nuestra parte, del malestar y una postura de no estar dispuestos a llevar el peso de la culpa que no nos corresponde porque la motivación del acusador no tiene solidez.
Restarle poder por medios de no dar importancia a sus quejas: Una vez que hemos mostrado que entendemos las motivaciones de sus quejas y hemos explicado que no tiene motivos para involucrarnos en su sufrimiento, lo fundamental es obviar la poca importancia que tiene su discurso y desafiarle a que contribuya algo constructivo a la conversación o deja de malgastar el tiempo de los dos.
Limitar la influencia negativa: Al atribuir la importancia relevante a la perspectiva de la persona que no intenta hacer ver las cosas de una forma más negra, facilitamos la capacidad de la mente a distanciarse de los comentarios negativos y no dejarnos influir por ellos. Es la parte más importante del proceso, ya que cambiar la distribución de influencia de la conversación tóxica a la más esperanzadora que busca activamente soluciones.
Mostrar la irrelevancia del discurso del otro: Cuando la persona de conversación tóxica se enfrenta a uno que se muestra comprensivo y abierto a escuchar la razón sin prejuicios, le obliga al otro a darse cuenta de que sus comentarios se hacen redundantes. Por lo tanto, suele retraerse de la conversación para buscar a un oyente alternativo o verse obligado a cambiar de tono y registro. Claro que es fácil contemplar esto, pero cuesta mucho trabajo adoptar la postura cuando te enfrentas a alguien por el que has tenido sentimientos profundos.
Expresar el egoísmo con el que se porta el otro: No basta con evidenciar lo poco que vale la conversación de una persona que intenta llevar a otra a su panorama desolador, sino es esencial hacerles ver que actúan desde el egoísmo al dirigirse a alguien al que declara tener afecto o cariño. Al hacerse víctimas, se cree con derecho a causar malestar en otros. A veces, darse cuenta de lo que perjudica su discurso, le basta para reflexionar un poco acerca de su actitud y planta las semillas de duda de la justificación de su comportamiento.

Dado que tratamos un problema cuya implicación es un asunto sensible y de diversos tipos, al considerar variables como la personalidad del sujeto y el objeto de las conversaciones tóxicas o el historial de la relación entre los dos, es innegable que estas pautas formarían parte de un programa de primeros auxilios, previos a un tratamiento definitivo. Lo posterior suele ser terreno de un profesional que puede trabajar con las partes involucradas para encontrar una solución de beneficio mutuo. El comportamiento tóxico causa mucho sufrimiento y, lo que es más, pone en peligro no sólo las relaciones, sino la sanidad mental y el autoestima de la parte receptora. Por eso, recomiendo de nuevo que cuando te encuentras en una situación de carácter tóxica, no dudes en consultar con un profesional.
